En la década de los 40 – 50 del siglo pasado se inició un cambio drástico en la Agricultura (que luego se trasladó también a las granjas). Ese cambio fue la «Revolución Verde», y la podéis buscar fácilmente en Internet.
El «padre de la criatura» recibió hasta un Premio Nóbel por su trabajo, se consideró que el aumento en las productividades agrarias que se ha logrado con ello ha dado de comer a 1.000.000.000 de personas en el mundo. Podemos estar satisfechos
Paralelamente, la utilización creciente de químicos a que ha dado lugar, químicos como pesticidas de todo tipo, abonos solubles, etc, han aumentado la cantidad de ese tipo de residuos en los alimentos; resíduos que nos resultan más o menos perjudiciales según la persona.
Y esa evolución ha llevado también a una drástica, enormemente drástica en realidad, reducción del contenido en vitaminas, minerales y antioxidantes en los alimentos que comemos hoy respecto del contenido que tuvieron esos mismos alimentos desde siempre, lo que comieron nuestros abuelos, bisabuelos, tatarabuelos… Piensa en una fresa, en unas patatas, en el pan…
Nos conviene saber esto cuando tanto la UE como la OMS dan cantidades de referencia (VRN) de vitaminas y de minerales de los que no conviene bajar en nuestra ingesta media diaria; sencillamente, nos conviene saber eso.